viernes, 2 de diciembre de 2016

Quiéreme como si no tuvieras que comprenderme, como si jamás pudieras encontrar lógica en mis actos, sin anhelos de mejorar ni deseos de presunción. Mantenme a tu lado sin querer entender lo que pienso, para que no haya decepciones ni instantes que no sean sorpresa. Toma en cuenta que cada segundo que paso contigo, tengo que dejar ese mundo en el que pervivo en mi cabeza. No eres relajación ni distracción, eres la única competencia digna que existe a lo más sublime que he encontrado. Así que no dudes cuando no esté contigo, no dejaría que momentos simples o ratos de inercia aplasten nuestro tiempo juntos. No lo analices. No es posible descifrar una psique que hace todo tipo de trucos para coexistir con la realidad, con los contados minutos en los que puedo aparecer y acompañarte. Abandona las preguntas, las dudas, las suposiciones, las convenciones establecidas en el esquema grandilocuente de la sociedad. Que no importe que no esté a tu lado, entérate que soy una maquina de inercia que cuando no comparte contigo no existe como individuo. Muere como si fuera a vivir por siempre. Ignora todo. Y ahí estoy, tratando de sonreírle y hablarle al mundo y darle lo que no puedo, lo que se limita al milagro que únicamente surge cuando me percato de que quiero a alguien del mismo modo en el que me quiere a mí. Entonces me hago cuestionamientos, me vienen los anhelos, la necesidad de querer comprender, de analizar, el deseo y la preocupación. Surge el tercer yo que por quererte te piensa. Luego se desvanece de nuevo y reaparece. Pero insisto, no trates de comprenderlo. Te perderías en un acertijo de sombras y reflejos de lo que tarda en reconstruirse, el que no es parte de un todo, de una acumulación de fuerzas poco unipersonales, de ecos de lo que tengo que hacer sin ser yo para no dejar de ser. El amor me forma. ¿Te das cuenta? Me individualiza. Pero no por mucho. La verdad es que somos más lo que vemos en nuestros sueños que lo que damos por consensuado durante el día, y yo ni a eso llego. Incluso no hay ni una certeza en nada de lo que he dicho, pero querer encontrarla sería ignorar lo primero que te pedí. Las oraciones vienen sobrando, nada más quedan los significados, lo que tratamos de comunicar... lo que entienden de nosotros. Comprende esto, es todo lo que tienes que hacer: Sin ti, literalmente, no existiría. Nada más ni nada menos, sería otra persona que nace, crece, ama, se reproduce y muere... Y para eso, vale mejor no existir.

— David Villamarín